sábado, mayo 13, 2006

Buscando el sonido del rock boliviano

El rock boliviano está tomando forma y adoptando su propia identidad con el trabajo de algunas bandas que apuestan por lo suyo, pero aún hay retos más grandes que superar, como la falta de calidad sobre cantidad de grupos, un público “atrasado” musicalmente unos 20 años y más espacios dónde difundir su trabajo.
No ha sido fácil para nuestro rock desligarse de la influencia argentina y, quizás, hacer algo más auténtico como en México o Colombia, donde el rock identifica a su cultura popular y por eso tiene la personalidad que en un principio se vio en los discos de la agrupación Wara.
Desde ese entonces muchas agrupaciones han pasado por los escenarios locales y dejaron su registro en discos de vinilo, casetes o discos compactos, para ser más exactos 94 grupos, desde los Bonny Boys Hot’s (1959), Black Birds (1965), pasando por Luz de América (1977), Sabhatan (1988), hasta los contemporáneos de Lou Kass (1990), Scoria (1992) o Ciudad Líquida (2002), según una cronología del libro “Rock boliviano, cuatro décadas de historia”.
Pero ¿existe un rock boliviano con identidad y que forme parte de nuestra cultura nacional?
“Pienso que todavía no, en el sentido de un sonido y un discurso como ha tenido el rock argentino con 40 años de historia o el rock de México o de Brasil. Obviamente, todo está relacionado con el tamaño del país y el tamaño de mercado que tenemos”, explica “Grillo” Villegas, ex guitarrista de Lou Kass y ahora líder de Llegas.
“El rock boliviano existe, no hay duda. Pero falta unir sus piezas, como un rompecabezas, para ver en realidad qué es y qué no es el rock boliviano. Al unir todas estas las piezas uno se dará cuenta en qué consiste”, manifiesta por su parte Walter “Puka” Reyes Villa, líder de la banda de rock duro Collage en la década de los 80.

Músicos sin esencia

Con su forma crítica de ver la “lamentable” situación del rock hecho en casa, Vico Paredes, de la banda Alcoholika, explica que este tipo de música es identificable debido a su mediocridad.
“Comerciablemente sí existe un rock boliviano y todos los grupos tratan de ser como Lou Kass y cuando algunos salen de eso y no reciben el apoyo de los medios de comunicación es porque están traumados por encontrar a un nuevo Lou Kass. Lastimosamente al rock boliviano se lo reconoce por su mediocridad y porque no tiene una identidad musical. Supongo que eso tiene ver con la esencia del músico y no de su habilidad o destreza. No por el hecho de saber tocar excelentemente un instrumento vas a tener identidad. Como Nirvana, sus canciones son cuatro notas sencillas pero tenía mucho sentimiento”, comenta Paredes, cuyo grupo será promocionado en 19 países de Europa y América Latina.
A este panorama se debe añadir que es muy difícil lograr una plena identidad musical cuando vivimos en un mundo globalizado, donde los elementos de diferentes partes del mundo influyen al momento de componer.
“El rock es como el fútbol, un lenguaje muy grande y universal que abarca muchas cosas. Hay gente que nacimos acá y que hacemos rock y que estamos en busca de nuestra identidad. Sin embargo, esto no significa dar identidad boliviana a un tema roquero –los ejemplos los tenemos de sobra– usando instrumentos nativos sino en contarte tú mismo a través de la música.”, explica el “Grillo” Villegas, que presentará su disco número 13 el próximo 2 de junio, que por primera vez presentará sonidos de la música tradicional boliviana y como él mismo dice “no por ello me siento más o menos representativo del rock nacional”.


Los problemas de la escena roquera

Entre algunos de los varios problemas que debe enfrentar este género, Vico Paredes comenta que el atraso musical en el cual nos encontramos es de al menos tres décadas. “Es una pena que la gente, los medios y algunos empresarios del rubro apuesten a éxitos extranjeros de hace diez años, y que lo hagan pasar como ‘rock’, hablo concretamente de Deszaire, que siempre toca los éxitos de Los Fabulosos Cadillacs”, explica Paredes.
“Los culpables son los medios, como las emisoras de radio o de televisión que emiten música mediocre a un público que acepta eso”, remata el metalero.
De la misma forma piensa Panchi Maldonado, líder de la agrupación Atajo. “La gente sólo puede conocer lo que pasan por la radio y la televisión, algo no garantizado pero que es vendible”.
Otro de los problemas a enfrentar es la falta de escenarios para la expresión rockera, como lo hace notar Maldonado. “Apenas hay algunos boliches y dos teatros: el Municipal o la Casa de la Cultura, a los cuales se puede acceder después de meses de espera y a veces el Teatro al Aire Libre, cada muerte de obispo. El rock siempre ha sido underground y se hacen conciertos donde se puede, calles, garajes, plazas o boliches improvisados”, manifiesta el vocalista de Atajo, banda que grabará un disco doble y un DVD de una presentación que realizará en noviembre en el Teatro Municipal.
Lo rescatable es que hay un público, pequeño en número y casi insignificante en cuanto representa para el mercado discográfico, pero fiel.
“Con o sin dinero, hay un público no sólo en La Paz sino en Potosí, Sucre o Tarija, donde se han conseguido algún disco nuestro, ya sea grabado, copiado, pirateado… también es el apoyo de la piratería que cruza fronteras y nos hace conocer”, dice.
También destaca la facilidad que tienen los grupos para poder plasmar sus creaciones en modernos soportes a bajos costos. “Antes era casi imposible tener un disco porque uno debía acudir a Discolandia o Heriba, que monopolizaban este rubro. Ahora lo puedes hacer tu mismo en tu casa con un software y poco dinero. El lado malo es que a veces se graba cada cosa… es que las estrellas nacen antes que los músicos y al final el público debe saber escoger”, concluye Maldonado.

Fotos del Ayni Rock El Alto 2006.



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