sábado, mayo 13, 2006

Violeta Parra en Bolivia… por amor

Elías Blanco

“Ya me voy, ya me voy para Bolivia…”, así cantaba la célebre autora chilena Violeta Parra en 1966 cuando emprendió viaje por tierra rumbo a La Paz, en busca de su amor llamado Gilvert Favre, de nacionalidad suiza, quien era parte del grupo Los Jairas, uno de los grupos nacionales folclóricos más famosos de entonces. Una historia de amor se había tejido en aquellos años, cuyo desenlace desembocaría en el suicidio de la artista el 5 de febrero de 1967 en la denominada “Carpa de La Reina”, a la edad de 50 años.
Cargada de ilusiones, Violeta al llegar a La Paz se dirigió directamente a la Peña Naira (en la calle Sagárnaga), donde tenía su cuarto Favre. Allí estaba Pepe Ballón, el director de la peña, quien acogió a la artista. Transcurrirían así los días, bajo el signo de un amor imposible por culpa de una de esas cosas raras que tiene la vida, que, sin embargo, motivarían a Violeta componer en esas jornadas su canción “Gracias a la vida”.
Violeta conoció a Favre en París, Francia, en 1961, donde se hicieron compañeros y formaron el grupo “Les Parra du Chili”. De retorno en Chile, Favre parte a principios de 1966 rumbo a Bolivia atraído por su cultura y aquí se convierte en activista de la Peña Naira y quenista de Los Jairas. La llegada posterior de Violeta fortalecería la naciente fama de la Peña Naira, que tenía en mismo espíritu de la Carpa de Violeta en Santiago, en que se buscaba principalmente difundir la música folclórica y las artes nacionales; además de conciertos musicales, en su corta estadía en esta ciudad (algo más de dos meses), Violeta hizo dibujos con la técnica del marcador sobre papel que luego expuso en la misma galería, evento que fue recogido por algunos medios periodísticos paceños.
Un capítulo valioso gestado por Violeta se dio cuando se encontró con Alfredo Domínguez (hombre caracterizado como tímido), nuestro concertista de guitarra, quien tras conocer, hablar y reflexionar con la artista chilena, fue motivado no sólo a seguir con la guitarra sino a cantar. “Es que yo no soy cantor”, le había dicho Alfredo, a lo que refutó Violeta: “…pero ¡qué te importa!: lo que tienes es una voz, cantas como tú eres; yo tampoco soy cantora, pero quiero decir lo que yo escribo…”. Es la memoria que tiene del encuentro Gladys Cortez de Domínguez, quien testimonia: “Ha sido capital el encuentro con la Violeta porque si no el Alfredo no hubiera cantado nunca”, dice.
Hasta que Violeta regresó sola a Chile.
Su nombre completo fue Violeta del Carmen Parra Sandoval y nació el 4 de octubre de 1917, en una modesta vivienda de la calle Robles 531 en San Carlos, Provincia de Ñuble, localidad del sur de Chile. Nicanor Parra Parra fue su padre, profesor primario, y Clarisa Sandoval, su madre. Violeta tuvo ocho hermanos, de ellos destaca el poeta Nicanor. Su vena artística viene de su padre, quien fue un folclorista notable de su región.
Con Violeta nació la denominada Nueva Canción Latinoamericana; también nació un capítulo en la historia de la cultura boliviana.

Referencias.­ Germán Arauz, “Galería Naira…”, La Razón / Ventana, LP, 16.05.1993, 12­13; Nivardo Herrada, “Domínguez o el hombre discreto”, Rev. Taquipacha, Nro. 4, Cbba, 1996, p.72; Diccionario Enciclopédico de las Letras, tomo 1, Edit. Ayacucho, Venezuela, p. 3641­44.

Violeta Parra estuvo en Bolivia en 1966.


link: http://www.la-epoca.com/verporseccion.php?CIDARTICULO=7363&CIDSUPLEMENTO=5&CIDNUMERO=236

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