miércoles, junio 21, 2006

"Me siento más sólida en lo que hago"


Juana Molina abre su mundo privado: el de su estudio en Pacheco, donde crea extrañas melodías. Además, explica el costado íntimo y familiar de su cuarto disco, "Son", que sale mañana. La entrevista de Gabriela Saidon, para Clarín.



Ella está sentada en un sillón, justo debajo del tapiz que hizo su tía abuela y que ilustra la tapa de su cuarto disco, Son. Ella está ahí, con su ropa de colores otoñales y su melena rubia tan Juana Molina. La rodean los instrumentos con los que compone, sola, y produce eso tan particular que es su música. Inclasificable, se dijo, para oír con auriculares, una música que requiere de una segunda escucha, al menos, para poder entrar en su mundo.

Su marido, Federico Mayol, ha abierto el portón de la casa en Pacheco. Y se queda ahí, a una distancia prudencial, durante la charla con Clarín. Por el parque pasa la hija de la pareja, Francisca, doce años y pelo más rubio que el de su mamá. Son (un nombre con múltiples connotaciones) sale mañana y Juana Molina ya está de gira por los Estados Unidos, para presentarlo antes que en la Argentina, donde piensa mostrarlo en vivo en julio, previo tour por Europa.

Es que a Juana Molina le va muy bien en otros continentes. Pero, a diferencia de años anteriores, su suerte cambió desde 2004, cuando David Byrne la invitó como telonera, y a partir de que The New York Times ubicó su disco Tres cosas entre los 10 mejores del año.

Hay algo bastante zen en el disco.

Si lo que se entiende por zen es vivir el presente en el momento de grabar, sí. Si hay algo zen en mi vida es eso. Porque solamente si estoy ahí el resultado va a ser bueno. Cuando grabo estoy sentada, rodeada de todo lo que tengo, y es un proceso muy presente.

O sea que hay bastante improvisación.

Sí, y mucho de este tipo de improvisación que empecé a hacer en vivo, porque los últimos tres años no paré de tocar. Y me dio una solidez que no tenía. Como grababa en los intervalos entre gira y gira, estaba aplicando todas las ideas nuevas en las canciones viejas. Cuando volví, en octubre, me encontré con que tenía más de medio disco hecho. Los otros discos me habían llevado dos años cada uno y éste lo armé en tres meses.

"Son" tiene un aire más oriental. Venís viajando por los Estados Unidos y Europa. ¿Qué otros viajes te llevaron a componer estos temas?

Yo antes programaba sonido y asignaba un sonido a una canción. Ahora reduje todo. Dije: tengo estos diez sonidos que vengo usando hace siete años, desde Segundo. Son instrumentos. Forman parte de mi paleta de sonidos. Tuve accidentes (y ese fue un viaje enorme), como llegar a un recital y el teclado no cargaba mis sonidos, entonces tuve que improvisar. Empecé a loopear ese teclado cantándolo y funcionó, y como mi lema es no hay mal que por bien no venga, aprendí que puedo prescindir de toda la electricidad, empezar con la guitarra y todo el resto me lo banco con la voz. Es que me siento más sólida en lo que hago y eso hizo que lo que venía esbozando se consolidara.

El diseño del disco es muy artístico y ultrafemenino.

Sí, mi tía abuela hizo este tapiz y puso mi cara y la de mi hermana. Y las fotos de adentro del disco son partes de bordados de vestidos que mi tía abuela le hacía a mi vieja para cada carnaval. Creo además que dentro de toda la masculinidad de la que siempre fui acusada, esencialmente soy muy femenina. Y este disco, a pesar de ser muy femenino, tiene esa cosa de macho que para mí significa lo fuerte, que tiene las bolas bien puestas (no me gusta decir los ovarios, esas traducciones me parecen horribles).

Hay un entramado familiar en el disco, desde la tía abuela en el diseño a la dedicatoria a tu hermana Inés, o tus padres (Horacio Molina y Chunchuna Villafañe) en los agradecimientos...

Es que es medio "pinta tu aldea". Es como los pájaros. En una crítica pusieron: "Ella se maneja con sampler, programaciones y sonidos que saca de pájaros". No es así: yo saco los sonidos de los pájaros que viven conmigo. En Segundo son los bicho feos, en Tres cosas las torcazas y en Son los horneros. El disco se gesta con lo que tengo, así como me visto con lo que tengo. Me gusta la idea de vivir reciclando así como detesto tirar y comprar cosas nuevas. El disco está grabado con los instrumentos que tengo, la tapa está hecha con los vestidos que tenía y en general es una manera de ser.

Empezaste como actriz y estudiaste arquitectura, como tu madre, y sos música como tu padre. ¿Hay una síntesis?

No sé... a mí la arquitectura siempre me gustó muchísimo pero me di cuenta de que no quería ser arquitecta. Siempre quise ser música, pero así como no soy tímida para lo demás, con la música tenía una timidez terrible. "A ver, tocá una que sepamos todos". Conmigo fuiste, ¡no sé tocar ninguna de nadie! No podía ni abrir la boca para cantar cuando había gente. ¡Ni siquiera delante de mi madre! Con los únicos que me animaba era con mi hermana y mi viejo. Cuando decidí que tenía que hacer algo antes de ser demasiado vieja, hacía shows con la inexperiencia de un adolescente, con un background enorme, un nombre gigante, entonces venía muchísima gente a verme y lo que veían no coincidía con el imaginario. Hasta que un show en Chicago, estaba llenísimo el lugar, se me vino el mundo abajo y al mismo tiempo dije: "no hay nada que yo pueda hacer para gustarle a esta gente". Ese día hice uno de mis mejores shows.

¿Tus padres qué dicen de este disco?

Mi viejo está chocho. Dice: "Al fin me diste el disco que yo quería". Es como si hubiera estado esperando el nieto varón, y le llegó. Y mamá, que es fanática del jazz, dice que ahora hago jazz. (Imita a su madre. Dice): "Juana, disculpame, yo sé que esto te va a molestar, pero vos estás haciendo jazz". "No me molesta, es un disparate lo que decís". "No, todas esas improvisaciones y ese scat que hacés, eso, Juana, es jazz, disculpame".

¿Te molesta que te pregunten si vas a volver a actuar, a repetir la experiencia de "Juana y sus hermanas"?

No, no me molesta. Pero no es una posibilidad por ahora. Disfruté muchísimo, pero era hacer todo menos yo. Un montón menos yo.

¿Cómo fue tu exilio en París en lo musical?

Yo salía con un pianista y mi hermana con su hermano violonchelista. Escuchaba música clásica: Ravel, Schubert, Bach, Beethoven, Prokofiev, después pasé al rock progresivo, el rock fusión, me gustaba Weather Report... Pero cuando estoy haciendo un disco no escucho otra cosa, no hay rincón de mis discos que no conozca.

Todo lo hacés vos.

Todo.

No te sentirías bien en un grupo.

Lo que pasa es que cuando estoy con otros dejo de ser. Con Alejandro Franov tuvimos un matrimonio musical impresionante. Y siempre tengo la intención de tocar con otro, pero siento que perdemos el tiempo y me empiezo a ensombrecer...


link: http://www.rock.com.ar/notas/1/1800.shtml

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